Bosque Nekkar

Una gran loba castaña y ojos amarillos caminaba por el lugar. Llevaba días vagando sin parar, únicamente lo justo para descansar. ¿Qué buscaba? Nadie lo sabía, ni siquiera ella, simplemente algo le decía que debía ir hacia algún sitio.
Sahara, así se llamaba, se fijó en los árboles y el cielo, probablemente no fuese mucho más tarde del mediodía, pero allí era noche cerrada y era un lugar realmente hermoso. Sin embargo, algo hizo que su pequeño trance se esfumase de golpe. Alzó la cabeza, con las orejas erguidas y usmeando el aire. No era un olor familiar, pero tampoco le causaba tranquilidad por lo que decidió quedarse alerta, con todos sus sentidos trabajando a la vez para reaccionar rápidamente en caso de enemigo.

Se había mantenido lo más cerca posible a ella durante varios días, siguiéndola en silencio hacia todos lados, reprimiendo su misma aura y esencia para que la mujer no pudiera dar con ella; hasta aquel momento. De repente pareció ser un estallido de sensaciones; su aura aplastante y sofocadora inundó el lugar de repente, asustando a los animales que rondaban, dejando sola a la loba.
De repente, en frente de Sahara apareció una inmensa loba de pelaje color oro e intensos ojos plateados que derrochaban frialdad y altanería. Arrugo su hocico mostrando sus afilados dientes en un profundo y corto gruñido antes de pasar a su forma humana: una alta y esbelta mujer de rubia cabellera y pálida piel. Alexia había aparecido al fin.
- Tienes algo que no te pertenece - dijo entonces con seriedad y paso de ver a los ojos de la loba a uno de sus pies, donde una pulsera gris se posaba perfectamente.

Sahara observó a Alexia con desdén, sin intimidación alguna, su ego no se lo permitía y al ver que la joven pasaba a su forma humana, decidió hacer lo mismo.
-Me temo que no. Todo lo que poseo es mío. -Se había fijado en que la mujer se había percatado de la pulsera segundos antes y la movió divertida, haciéndose la distraída. Como si la cosa no fuese con ella.
-Lárgate, estás haciéndome perder el tiempo y debo continuar mi camino.-

Los ojos plateados de la mujer pasaron nuevamente a los de Sahara al ver que ésta le imitaba tomando su forma humana.
Enarco una ceja y se cruzó de brazos al escuchar dicha respuesta, en uno de sus dedos se pudo ver un anillo verde con forma de dragón que tenía una perla verde. Sonrió y empezó a caminar hacia la mujer mientras alzaba una mano y abría su palma para que una llamarada de fuego apareciera allí.
- O es por las buenas... - se detuvo a tan solo unos pocos pasos de Sahara. De repente el color plateado de sus ojos pareció endurecerse, su mirada se tornó completamente fría como el timbre de su voz - o por las malas. Tu elijes niña - dijo entonces.