Templo de Bellatrix

Subía los escalones mientras su mirada se deslizaba por todos los recovecos del lugar. Por alguna razón, entonces su mente se encontraba relajada, lejos de todo el caos que solía azotarla incesantemente. Contemplaba la imagen pétrea que se alzaba ante sus ojos oscuros, que entonces se iluminaron, con gran interés.

No pasó mucho hasta que otra sombra se hiciera presente. No hizo ningún ademán de esconder su aura, al fin y al cabo estaba en territorio pacífico, aliado.
Hacía menos de un año se había coronado como Señor del Infierno, y sin embargo lucía diferente, demasiado diferente a decir verdad, parecía como si en ese pequeño lapso de tiempo hubiera pasado de ser un niño a un adulto. Contempló al recién llegado.
-Buenas noches-Dijo, sin saber realmente que momento del día era, en Fomalhaut siempre era de noche.

Al forastero no le pasó desapercibida la presencia del recién llegado pese a su trance. Sin embargo, no pudo evitar que un escalofrío le recorriese al escuchar su voz.
Volteó y, con una casi inapreciable sonrisa cordial, inclinó ligeramente su cabeza a modo de saludo. Se fijó especialmente en el color de sus ojos, que le recordaban de una forma abrumadora a otros con los que tantas pesadillas había compartido, pero guardó para sí cualquier mínima hueca o expresión magistralmente por educación.

Durza era un hombre que no se andaba con rodeos, se sentía sin duda alguna incómodo con su situación en general, iría directo al punto sin ninguna duda lo más rápido posible, para volver a su aislamiento tan pronto como pudiera.
-Él está en nuestras filas-No mencionó su nombre, sabía perfectamente que sobraba decirlo-Cortesía de nuestro anterior señor.
Si bien aquél ser con quien hablaba no era el líder de su clan, sí era el más cercano al nuevo Setan y por lo tanto, a quien más le concernía saber del tema. No faltaría mucho para que los demás se enteraran de la noticia, así que prefería anunciarla de manera oficial por él mismo.

De nuevo, como había temido, el caos volvió a apoderarse de su mente; ideas pisándose las unas a las otras.
Aún tenía demasiadas preguntas, huecos vacíos, y entornó sus labios, haciendo el amago de decir algo, pero ninguna palabra salió de su boca, pues volvieron a cerrarse. Nezil asintió como segundos antes había hecho a modo de saludo.

-Si no tienes nada que decir, me retiro-Dijo el Sombra, tenía demasiadas cosas que hacer y ciertamente se sentía como si estuviera hablando con la pared. Había cumplido su parte, el que advierte no es traidor. Su humor no era el mejor y definitivamente su tolerancia mucho menos. Así que esperó unos segundos, antes de darse la vuelta.

Del mismo modo, el Jëylls giró para marcharse, cuando entonces volvió a detenerse y levantó su cabeza enérgicamente, como movido por un mal sueño del que finalmente había logrado escapar.
—¿Cuánto tiempo hace de eso?—su propia voz le pareció ajena.

Durza lo pensó unos pocos segundos antes de responder, realmente no se había puesto a pensar a conciencia el tiempo, sin embargo calculó a toda la velocidad que le permitía su mente, llegando a una conclusión que quizá era la acertada.
-Unos meses, tal vez-Se oyó a sí mismo decir-Menos de un año, de eso estoy seguro. Fue después de la guerra. Intentamos prevenirte antes... pero no nos fue posible-Concluyó con una mueca de disgusto más dirigida a sí mismo que a su interlocutor.